En los últimos años la presencia de tradicionales y nuevas tecnologías de la información y comunicación ha aumentado considerablemente en nuestro contexto educativo. Asumiendo que cualquier generalización conlleva el riesgo de equivocarse, no podemos dejar de reconocer que los medios y materiales de que dispone en la actualidad el profesor para ejecutar su actividad profesional, y para desarrollar las funciones de transmisión y mediación del currículum, son cuantitativa y cualitativamente superiores a los de hace relativamente escaso tiempo.
En pocas fechas, hemos pasado de los proyectores de diapositivas de cambio manual, opascopios, proyectores de super 8 y algún que otro retroproyector, a la progresiva presencia de equipos más sofisticados y con mayores posibilidades para ejecutar diversas funciones en el proceso educativo en general y en el de enseñanza-aprendizaje en particular. Así por ejemplo, equipos de vídeo e informáticos comienzan a ser usuales en nuestros espacios escolares; es más, ya se empieza hablar de otros instrumentos técnicos, como el vídeo interactivo y la CD-ROM.
En estos hechos ha influido notablemente no sólo la presión social por la dinamización e innovación del sistema educativo, y la industrial por revitalizar e impulsar un mercado potencial de desarrollo, sino también los esfuerzos realizados desde las Administraciones Central y Autonómicas con proyectos como: "El programa Prensa-Escuela", "Mercurio", "Atenea", "Alhambra", "Zahara XXI", "Abaco-Canarias", "Orixes"..., ; que han supuesto considerables inversiones tanto en el apartado económico, como en el humano y científico. Sin olvidar los esfuerzos realizados por los órganos de dirección de los propios centros y los colectivos de profesores.
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